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Cuatro formas de afrontar la ansiedad.


Nada de evitar, vamos a enseñar a controlar la ansiedad

Nada de evitar, vamos a enseñar al deportista a controlar la ansiedad. Daros cuenta de que, bajo este nuevo enfoque, la ansiedad sigue siendo algo negativo. Mucha, es mala; y poca, también.

Así que vamos a identificar señales que nos informen de cuando estamos desajustados (por arriba o por abajo) y a aprender técnicas de autocontrol emocional para volvernos a ajustar. Para ser sinceros, la mayor parte de nuestro trabajo se desarrolla en estos términos. Y la verdad, tan mal, tampoco nos ha ido.Se superan los inconvenientes de la evitación, pero aparecen nuevas limitaciones.

Los deportistas que así proceden, llegan a rendir en la medida de sus posibilidades; pero raramente lo hacen puntualmente por encima de ellas. La posibilidad de pasarse de largo de activación o de quedarse cortos, pende sobre ellos cuál espada de Damocles. Raras veces se percibe más reto que amenaza. En esta ocasión, el psicólogo es visto como un dispensador de técnicas de autocontrol emocional.

Tolerar la ansiedad

Existe otra forma distinta de afrontar la ansiedad, tolerarla.

Se trata de saber que, tarde o temprano, aparecerá. Mejor será no resistirse a su llamada. Mejor será no hacer nada para que desaparezca; tal como vino, se irá. Si haces algo para que se vaya, le estás dando más importancia de la que merece. Si haces algo para que se vaya, entonces empiezas a tener un problema. Se trata de, a pesar de su presencia, seguir haciendo lo mismo que hubieras hecho si no hubiera aparecido. En otras palabras, solamente si te rebotas, la ansiedad constituye un problema para ti. Si te limitas a tolerar su presencia, sin conferirle más importancia de la que tiene (un elemento más en el paisaje), sin cogerle manía, entonces se convierte en un aliado para ti.

El rol de re-estructurador cognitivo caracteriza al profesional partidario de este enfoque.
Disfrutar de la presión

Describamos ahora al último de los afrontamientos, el disfrutar de la presión. Aquí, cuanta más presión, mejor. La presión se convierte en algo que da sentido a la competición. Es positiva, pues te hace disfrutar sintiéndola.Es justa, pues hace que afloren los errores. Te pone a prueba. Te hace sentir vivo. Sentirla y superarla le dan sentido al esfuerzo que has realizado para llegar hasta aquí. Quienes afrontan la ansiedad de esta forma, disponen de pocas maneras de conseguir tal grado de excitación; por lo que competir acaba convirtiéndose en algo casi adictivo.

Los deportistas que así compiten, rinden por encima de sus posibilidades en los momentos claves de la competición. Pocas veces un deportista de los que disfruta la presión va a perder un desempate frente a otro que la controla o que simplemente la tolera. Para funcionar así creo que hacen falta un mínimo de dos elementos: la confianza en uno mismo y haberse criado en un determinado estilo de vida (que vamos a titular vivir compitiendo).

Hasta la fecha, me ha sido imposible enseñar a un deportista a disfrutar bajo presión. Si ya sabía, hemos aprendido a hacerlo en más situaciones. Pero si no sabía, sigue sin saber. A lo sumo, alguien que evitaba la ansiedad, ha llegado a tolerarla en alguna ocasión (no habitualmente). Lo que es más sencillo es enseñar a un deportista a controlar la ansiedad. Y creo que es por la segunda de las condiciones, vivir compitiendo. Una cosa es ir al psicólogo un ratito cada día y, otra muy distinta, vivir las 24 horas del día de una cierta manera.
La mejor estrategia: el entrenamiento por valores

La estrategia que mayores resultados me ha dado en el momento de enseñar a los deportistas a afrontar la presión de una manera positiva ha sido, lo que yo denominaría, el entrenamiento en valores. Ni por instrucciones (respira profundamente para ajustarte cuando cometas errores por precipitación), ni por objetivos (mantener la concentración), por valores (asumir riesgo).

Hemos aprovechado cualquier documento, testimonio o historia relacionada con la vivencia de la presión, para ilustrar, comentar y analizar los valores positivos necesarios para disfrutar sintiendo presión. A continuación he reforzado cualquier aproximación a alguno de estos valores. El refuerzo no ha sido ni material ni afectivo, más bien ha consistido en evidenciar al deportista la relación existente entre dicho valor y el rendimiento. En este caso, el psicólogo se transforma en un modificador de creencias.

Creo que la psicología aplicada al deporte se ha quedado en el control de la ansiedad. Soy partidario de evolucionar hacia el disfrute de la presión, pasando por la tolerancia de la misma. De lo contrario, difícilmente lograremos que nuestros deportistas compitan habitualmente por encima de su nivel. Y lo que es peor aún, será muy difícil que se diviertan. Que no sepamos cómo hacerlo, eso es otra cosa …

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¡Feliz semana Viblioteckers!
Pep Marí